A diferencia del resto de libros que he leído del autor, todos ellos novelas y algunas de ellas de una extensión considerable, en esta ocasión se trata de un libro de relatos cortos.
El título del libro hace referencia a uno de estos relatos, aunque en él convergen relatos escritos por Murakami en diferentes épocas.
Veinticuatro relatos que no dejan indiferente, rodeados casi siempre de esa estela onírica, esa mezcla de realidad y fantasía que hace genial el estilo del autor.
En mi opinión estos cuentos son más íntimos que cualquiera de sus novelas, más personales, más cercanos a su autor. Quizás porque como él mismo reconoce en el prólogo, para Murakami "escribir novelas es un reto, escribir cuentos es un placer".
A mí lo que más me fascina de Murakami es su gran imaginación y su capacidad de crear ambientes describiendo con todo detalle escenas cotidianas, actos rutinarios que vuelven verosímil una trama surrealista. Murakami para mí es un perfecto escritor de sueños, capaz de llegar hasta su fondo, dotarlos de coherencia y transformarlos en historia. Por eso quizás me gustan especialmente relatos como Conitos o La piedra con forma de ríñón que se desplaza día tras día, por citar un par de ellos.
Esta recopilación de cuentos está muy a la altura de sus grandes novelas, pero presentándonos su ingenio en pequeñas dosis.
Aún así, aunque he disfrutado mucho de la lectura de este libro, no puedo compararlo con la genialidad de sus novelas.
¿Una puntuación del 1 al 10 para este libro? Pues le doy un 6.5, que no está mal, pero no es demasiado comparado con el 8 o el 9 que se llevarían su Crónica del pájaro que da cuerda al mundo, Kafka en la orilla, o El fin del mundo y un despiadado país de las maravillas, a mi juicio, las tres mejores novelas de este gran escritor.
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